Casa de Hungría

"Ah, sí, me lo merezco." pensó sonriente y orgulloso apenas sintió el fuerte tacto del golpe en su rostro, el cual lo hizo tambalear unos pasos hacia atrás.

- Sabes que odio que me confundan. - masculló sobandose la mejilla; estaba seguro que le quedaría marca por largo rato.

Claro y entonces no sentía culpa de haber dicho lo anterior, además no era la primera vez que decía algo así y no era la peor de todas, pero ciertamente no le gustaba verla mal para nada, por ende el que tenía la culpa allí era Austria (<<U).

Ya cuando quiso reparar en sus actos, había hecho unos pasos hacia ella y su mano se extendía hacia ella con aparentes intenciones de girarla a él.
Pensó en los riesgos de eso, sí, otro golpe, pero ya qué, se comenzaba a cansar de ser tan precavido con ella, aunque con razones lo fuera (si es que si le llega a pegar demasiado fuerte me lo mata, orz <o<U)

- Olvida lo que dije, no hablaba en serio. - dijo sujetandola levemente del brazo.

Se soltó del agarre del albino, ¿a eso llamaba disculpa?. Bueno, suponía que sí, tendría que conformarse con eso.

Suspiró, a ella no se le daba tan bien aquello de perdonar y olvidar, a pesar de que siempre procurase actuar con la mayor diplomacia y educación posibles, no era ella; pero no le preocupaba, Gilbert la conocía mejor que nadie, sabía que aquella bronca se le pasaría pronto, no tenía por qué preocuparse en absoluto.

- Vámonos - fue su respuesta, tomó un pequeño morral y lo colgó de su hombro, cruzando su pecho, después de todo no necesitaba más que bloqueador solar (porque los albinos no se broncean, se queman! D:), documentos, el celular, las llaves de su casa y... algo de dinero, nunca salgas de casa sin él.

Caminó a la puerta, y al abrirla, se detuvo un segundo, en el que recapacitó, volteó y miró fijamente al albino.

[¿Qué hará? ¿Lo matará? ¿Le dará la mejor mañana (???) de su vida? ¿Podrá Gilbert escapar... o reaccionar a tiempo? ¡¿Quién ordenó una pizza?!]

- Ah, sí. - dijo antes de seguirla, aliviado de ver que ella llevaba bloqueador.

Bueno, ya se le pasaría, de lo contrario ya lo hubiera mandado a volar en vez de soltarse con brusquedad. No obstante, cuando ésta se detuvo y volteó no evitó dar un paso hacia atrás, ya listo para correr.

- ¿Ah...qué hice ahora? - preguntó entre nervioso y molesto.

Rió por lo bajo, así que esas eran las reacciones que causaba en el albino, miedo, enojo... era bastante divertido debía admitir, pero ella prefería otro tipo de reacciones.

- Nada, nada, ¡qué cola de paja que tenés, eh! - soltó volviendo a reír, para tomar un segundo después de la nuca a Gilbert y estamparle un beso en los labios, temblando ligeramente, sabía que al cruzar esa puerta, el cuentito feliz llegaría a su fin.

Sus brazos no tardaron en rodearla.
No pasó por alto aquel ligero temblor, por lo que cuando logró separarse de los labios opuestos, la observó unos momentos; intentando descifrar bien qué le ocurría

- Ah, lo entiendo. Y descuida, yo no diré nada. Aunque... - agregó acercando su boca a la oreja de ésta, como no queriendo que nadie más escuchase. Y sinceramente no quería, en parte se desconocía, pero tampoco era que fuera a decir una mentira - Déjame decirte que admito que me gustan más tus besos que tus sartenazos. - sonrió con tono sugerente.

La voz en su oído le causó escalofríos, sin embargo sonrió levemente.

- Camina.

No diría nada más, abrió la puerta y salió de su casa sin mirar atrás, sintiendo la brisa matutina golpear su rostro, esbozó una ligera sonrisa y emprendió su marcha hacia los territorios de la joven belga.

Dejó salir un suspiró lleno de tensión y se encaminó a la siga de la chica.
Ahora tenía otros problemas más de que preocuparse, el sol allí se veía agradable, esperaba que el de las tierras belgas también lo estuviera.