Casa de Hungría

Se sintió triunfante al corroborar que ahora tenía la plena atención de su compañía. Así, no tardó mucho en sentir que pronto acabaría. Aunque al recordar que llevaba condón...lástima, no tendría el privilegio de ver la cara de Hungría sintiendo por primera vez la esencia de un hombre en su interior.

Sus movimientos se volvieron más fuertes si eso era posible y no comenzaron a detenerse hasta que comenzó a correrse. Sus besos se volvieron algo torpes, entrecerró sus ojos sintiendo como su cuerpo se relajaba lentamente; su mente estaba siendo viciada por aquella sensación y sus ojos no dejaron de mirar en ningún momento los contrarios.

Cuando sus movimientos se volvieron casi frenéticos, fue cuando comenzó a sentir como todo a su alrededor se volvía borroso, y aún sin poder sentir el placer del semen recorriéndola, llegó de cualquier modo al orgasmo. Uno que se manifestó en ella acompañado de un ronco gemido aliviador, y una tensión general en su cuerpo que se arqueaba hacia atrás, seguida por una total relajación.

Se dejó llevar por esas hasta ahora desconocidas sensaciones, perdida nuevamente en la mirada de él, no tanto por sus ojos esta vez, sino por el estado catatónico en que se encontraba.

Al salir de su interior se dejó caer a un lado de ella, con una sonrisa llena de satisfacción y alivio en su rostro.

- Las mujeres no están tan mal o tú al menos no lo estás. - comentó algo falto de aire aún. Cuando logró recobrar más el aliento, se sentó para quitarse el condón y deshacerse de éste - ¿Dónde tiro esto?

La mujer señaló un pequeño cesto de basura ubicado al lado del lavabo, en el piso del baño.

Se sentía agotada, y comenzaba a percibir un intenso dolor y tensión en los músculos de sus piernas, como si acabase de correr una maratón.

Y en su cabeza aún resonaban las recientes palabras de Gilbert, que hacían alusión a lo que habría querido ser un cumplido por su parte. Sonrió, estaba satisfecha, por ahora.

Se dirigió al baño y tiró el preservativo. Luego volvió a suspirar satisfecho mientras hacia sonar los huesos de su cuello y se descontracturaba.
Allí notó que la espalda le picaba un poco, ya al observarse al espejo notó los rasguños en ésta.

- Mujer, recuerdame cortarte las uñas la próxima vez. - bromeó asomando a la habitación. Allí, en la puerta, se quedó unos momentos a observarla - ¿Piensas quedarte allí tumbada todo el día? ¿O acaso quieres más? - medio bromeó, medio lo preguntó en serio.

- Jamás tocarás mis uñas con un alicate - dijo riendo mientras le hacía gesto de "fuck you" con su mano. - Y... ¡dame un respiro hombre! Y te daré lo que quieres... - dijo también miti broma miti en serio.

Luego se giró en la cama, quedando de lado, y cerró los ojos para descansar un momento. Dentro de poco, la culpa regresaría a ella, y esto ya comenzaba a notarse en la mueca triste plasmada en ella, no debía pensar en ello, no debía pensar en él.

- Ah, está bien. - resopló, antes de empezar a juntar la ropa de ambos, desperdigada por el piso. Tenía ganas de moverse un poco.

Luego su atención pasó a ella, estaba bastante callada desde hacia unos momentos.

- ¿Hungría?

¿Qué había hecho? Se había acostado con su mejor amigo y el de su esposo... oh cielos, Roderich... le había metido los cuernos al pobre hombre, ¿qué clase de mujer era? Una ramera, una prostituta cualquiera, una piernas abiertas... por Dios.

- ... soy una basura... - susurro más para sí, pues a pesar de todo, ella no se arrepentía de lo ocurrido siquiera. Abrazó con fuerza su desnudo cuerpo y sonrió amargamente, no iba a llorar, no se merecía tal libertad.

Su alivio se fue en segundos. Claro, podía deducir lo que ella estaba pensando.

"Después de todo ella está casada con él."

Pero él no la había obligado, ¿o sí? No, no lo había hecho y no podía sentir culpa por nada; había estado demasiado bien, además.
Se rascó el cuello, incómodo, quería decirle algo; pero probablemente terminaría diciendo algo que haría que se enojara o se pusiera peor. Y si ahora intentaba tocarla o acercarse, probablemente fuera golpeado.

- Eso no es cierto. - terminó diciendo.

- Algo esta mal... - dijo, ya hablando con su acompañante. - Porque... si yo amara a Rod... jamás habría hecho esto contigo... ¿verdad? ¿Entonces por qué lo hice? - se preguntó en lo que pasaba de ser un atentado contra sí misma, a una búsqueda de respuestas que no lograba descifrar.

Tragó nervioso al escuchar esas palabras. ¿Ahora esperaba que él le dijera? Seguramente terminaría haciéndola enojar, pero si buscaba una respuesta franca...

- A veces el amor no es suficiente y se busca lo que no te dan en otra parte. "O tal vez no lo amas, como crees." - pero prefirió guardarse eso último. Él no creía que ella no amara a Austria, pero sí dudaba de si Roderich la quería de esa forma.

Rió cargada de ironía. - Y aún así, no puedo sentirme arrepentida... por más que lo intento, no lo siento... - confesó.

Se levantó y en un arrebato abrazó a Gilbert, no iba a llorar, ni siquiera sentía la necesidad... sólo, necesitaba eso.

Al ver que se levantaba y se iba sobre él, por reflejo casi huyó, pero al segundo la tenía aferrada a su cuerpo.

Esa situación lo ponía nervioso, empero sus brazos correspondieron y la estrecharon para confortarla. No dejaba de ser su amiga. Allí se replanteó que los amigos no hacían cosas como acostarse entre ellos, pero bueno...él no era de la clase que hacía caso a esas cosas.

Sabía bien como era la húngara y sabía que cuando terminaran se pondría así, pero tampoco él se arrepentía de nada.

- Si sirve de algo, prometo no decir nada de esto.

Antes no le había parecido mala idea que Roderich no supiera, pero ahora tenía ganas de ir a decírselo en la cara, aunque no para reírse de él, sólo tenía ese impulso y ya.

- Gracias - soltó, pensativa - pero yo sí se lo voy a decir... o eso creo - dijo luego.

Debía decírselo de cualquier forma, ¿de qué servía ocultarlo? ¿Para qué? Después de todo ella era un tornado de sentimientos ahora, y ocultar información no le ayudaría en nada. ¿Y qué demonios hacía abrazando a Gilbert? Se preguntó luego, y lo soltó, apartándose. - Además, si abres la bocota, te las verás con mi amiga... - dijo haciendo alusión a su preciada sarténgolpeahombres.

Parpadeó confundido entendiéndola menos, pero si eso había decidido ella...
Cuando Hungría se apartó, su semblante se disgustó por unos momentos si bien al escucharla amenazándolo le hizo entender que ya estaba algo mejor.

- Ah, bueno, igual ya le tomé algo de gusto. - bromeó; buscando aliviar más la situación.

Luego suspiró hondo y tomó su ropa.

- Creo que es mejor que me vaya.

Realmente no quería irse pero tal vez era lo mejor, aunque tampoco quería que creyera que había sido un simple revolcón. Bueno, si lo había sido pero siendo que la conocía desde siempre, era distinto.

Sin darle demasiada importancia a lo que el hombre había dicho, se acercó a él y lo tomó con fuerza de los hombros, besándole con la misma intensidad.

No dejaría que se fuera, al menos no por ahora.

Esa mujer empezaba a desesperarlo; no era que detestara eso, al contrario, sino que intentaba entenderla y fallaba. Las mujeres eran demasiado complicadas, se decía. Luego decidió que dejaría sus intentos de comprensión para después, por lo que sus labios reaccionaron y siguieron al contacto opuesto.

- Tomaré eso como un "quédate". - dijo medio curvando su labio en forma maliciosa.

- ¿Qué te hace pensar que quiero que te quedes? - inquirió para luego volver a besarle. Claro que quería que se quedara, ¿pero en qué mente cabría que la húngara se lo pidiera? De ninguna manera, aún quedaba algo de decencia en ella... algo.

- Ah, sí, seguramente es mi imaginación. - medio rió pasando uno de sus brazos por detrás de la cintura de la ojiverde para pegarla a él.

Estaba más acostumbrado a la Hungría que lo golpeaba, pero si se ponía a pensar...tenía la completa atención de ella sin necesidad de decir algo que atentara contra su propia integridad física. Y hablando de integridad física...le estaba pareciendo bastante agradable estar así con ella, tanto que ya estaba pensando cosas raras. ¡Ah! seguro que esas eran las famosas feromonas. Se dijo, hundiendo su nariz en el cuello contrario y acariciándolo con la punta de ésta.

Tembló un poco ante su caricia, no por temor, sino por las cosquillas que este gesto le causó.

Juraría ante quien fuera que intentaba no pensar, pero acababa haciéndolo a fin de cuentas. ¿Por qué con Prusia las cosas pasaban así? No recordaba nunca que Roderich hubiese reaccionado de la forma que éste lo hacía a sus besos, caricias, o cualquier demostración de afecto por su parte.

Ay no... ya los estaba comparando, ¡que espanto!

Esfumó estos pensamientos de su mente y acarició suavemente el pecho del hombre frente a ella, sintiendo levemente las marcas de su historia.

Se quedó exhorto, aspirando el aroma femenino por casi un minuto. Realmente olía demasiado bien y ya se estaba empezando a preocupar de lo que pensaba, pero claro que Hungría tenía la culpa, ella había dicho con anterioridad que le diría a Austria, por consiguiente probablemente terminaran su relación y ella quedaría libre.

Mordiéndose el labio para despabilarse, volvió a aspirar por última vez antes de susurrarle en el oído:

- ¿Y qué quieres hacer ahora? - inquirió llevando su otra mano sobre la que la mujer tenía sobre su pecho.

Si seguían así, no tardaría en ponerse a punto otra vez. Aunque también tenía hambre, bueno...hambre en los dos sentidos.

- Cenar... - soltó sin pensarlo demasiado, luego recordó que la comida había quedado abajo. - (habrá que recalentarla...Uu) - pensó.

Luego se soltó del abrazo, y sonriendole pícaramente bajó las escaleras y fue a la cocina, totalmente desnuda, agradeciendo que nadie podría verle por más ventanales que tuviera a causa de su lejanía con la ciudad.

Buscó su delantal de cocina y se lo colocó encima como única vestimenta, para luego disponerse a rescatar la cena.

[Me acordé de Sakura Mail xD]

- Y luego dice que yo soy el degenerado. - murmuró para sí al ver salir de allí sin ropa alguna encima.

Luego de abrocharse sólo el botón del pantalón para no arrastrarlo, se dirigió abajo haber que estaba haciendo desnuda; tal vez debía llevarle la ropa. Claro, él era de todo pero lo exhibicionista se lo dejaba a otros. Aunque al llegar a la cocina, definitivamente se convenció de que también le dejaría el trabajo del exhibicionismo a ella.
Verdaderamente seguía preguntándose qué rayos tenía Austria en la cabeza para poder ignorar las tentadoras regiones húngaras; es que le era imposible creer que éste pudiera ignorarlas con las pintas que ahora se encontraban a sus ojos.

- Te pido de postre. - dijo mirándola de arriba abajo con total minuciosidad.

- ¿Con crema o chocolate? - le preguntó riendo ante su último comentario. Pronto tuvo la comida recalentada y la sirvió en dos platos, llevándolos a la mesa junto con los cubiertos; fue a buscar dos vasos y se acercó a la heladera. - ¿Qué tomas? - le pregunto, totalmente ignorante de los gustos del hombre hacia la bebida, ¿tal vez tomara cerveza como su hermano?.

- Con ambos, mejor. - rió.

Luego quiso preguntarle si necesitaba ayuda, pero como las dos veces anteriores se quedó medio embelesado observando como cocinaba.

- Cerveza estaría bien, pero sino tienes...cualquier cosa, menos vodka u otra cosa demasiado rusa.