Se mordió los labios con fuerza para acallar los pequeños gemidos que querían escapar de sus boca, al sentir los dientes del otro estimularlo. Eso, aunado al delicado roce de ambas caderas, hacían que se sintiera a punto de hervir. Intensificó el roce un poco más, usando algo de fuerza en sus movimientos.
-Francia...-Susurró, de forma un tanto provocativa, en el oído del otro. Los labios del mayor se apoderaron de los suyos y en ellos se dedicó a vaciar sus quejidos. La excitación aumentaba cada vez más, y al ser esa una ocasión especial, quería hacer algo que pudiera hacer sentir bien al francés. Separó sus labios de los del otro con suavidad y sin previo aviso, comenzó a decender.