Asuntos pendientes (?) [Privado]

Francis Bonnefoy

Puesto que no veia a Arthur desde hacia un tiempecillo penso en ir a hacerle una visita. Al fin y al cabo se había quedado un pequeño tema pendiente referente a una apuesta que hicieron. En la cual él fue el vencedor, eso era obvio.

Y ahora iba a reclamar su premio puesto que el inglés no se dignaba ha aparecer por su casa (eso es porque aun esta pendiente de creación por la user que le da algo de pereza xD). Después de perderse varias veces al no recordar por donde se iba a la pu****ra casa al fin llegó parandose en la puerta.

Llamó varias veces al timbre antes de gritar.

-¡ARTHURRRRRRRRRRRRR MON CHÉRI! ¡He venido a hacerte una visita-exclamó con tranquilidad mientras esperaba a que el inglés le abriese la puerta.

Arthur Kirkland

Escuchó el timbré y al asomarse por la ventana de su habitación, rápidamente se escondió.

Shit. Había olvidado la apuesta.

Sinceramente, esperaba que al primer día, el francés estuviera a sus piés, rogándole otra noche como aquella, pero después de lo sucedido la otra noche con Canadá, realmente comenzó a temer si tenía o no la victoria asegurada. Y ahora era momento de pagar las consecuencias de ser siempre tan hablador.

Cuando escuchó la voz de Francia gritando su nombre, supo que no tenía alternativa. El europeo era capaz de tirar la puerta o entrar por una ventana sino le abría, así que decidió atender la puerta, mirándolo con una fingida tranquilidad.

-¿Qué quieres? Estoy ocupado.

Francis Bonnefoy

-¿No vas a invitarme a pasar, Arthur? ¿Donde han quedado tus modales de cortesía de caballero inglés?-preguntó con algo de sarcasmo en la voz mientras pasaba al interior de la casa.

-¿No me digas que ya has olvidado nuestro pequeño trato chéri?-preguntó con sorna.-Seguro que por eso has tardado tanto en abrirme ¿verdad? ¿Tanto miedo me tienes chéri?

Se apoyó en una de las paredes de la entrada mierando al inglés.

-¿Debo recordarte la apuesta o tu cabecita es lo suficientemente lista como para recordarla? Oh, y si estas ocupado no importa, te esperare en el salón.-dijo el francés mientras se introducía en el interior de la casa.

Arthur Kirkland

-No lo he olvidado...-susurra, apretando los dientes.-¿Qué es lo que quieres? Correcto, ganaste... ahora déjame hacer mis cosas en paz, no quiero que me esperes, sólo dime que quieres que haga y lárgate.

Su voz temblaba un poco, y es que estaba realmente nervioso. Conocía a Francia muy bien y podía presentir que aquel trato le traería problemas. Sólo esperaba que esa semana se pasará pronto.

Francis Bonnefoy

-Esperare mon chéri, no tengo ninguna prisa, es más tengo TODA la semana para hacer lo que quiera contigo-comentó el francés con una mueca en el rostro no muy... confiable.

-Por el momento me quedare esta semana en tu casa-dio un par de palmadas y una mujer apareció con un par de maletas en los brazos.

-Espero que no te importe, chéri.-dijo con una sonrisa tranquila poco tipica en él.-Además no tiene gracia si te lo digo. Tienes que descubrirlo tu mismo.-explicó sonriendo suavemente mientras escondía las manos en los bolsillos y se echaba hacia delante provocando que su coleta cayese por un hombro.

-Hablaré con las sirvientas para que me preparen la habitación de invitados. Tú haz lo que sea que tengas que hacer-despidiendose con una mano mientras le indica a la chica que le sigua para buscar a las criadas.

Arthur Kirkland

Se quedó boquiabierto, incapaz de moverse. Era tanto el pánico, la ira, todo. ¡¿Francia viviendo en su casa?! Eso si que no podía se. Cómo pudo, corrió tras el sajón, tomándolo por el brazo, alarmado.

-¡No puedes quedarte aquí!-Sonaba desesperado, pero enseguida retomó la compostura.-Quiero decir... tienes asuntos que antender en tu casa, no puedes dejarlos sólamente por una estúpida apuesta.

Tenía que librarse de él, no podía dormir en el mismo sitio que ese pervertido.

-A-además las habitaciones de huéspedes están todas desordenadas, no tienes donde quedarte.-Mentía. Cómo buen obsesivo-compulsivo, tenía todo en perfecto orden y diario se limpiaban todas las habitaciones, incluso las que nunca se usaban.

Francis Bonnefoy

Se soltó del agarre del inglés y se giró mirandole con una sonrisa burlona en el rostro.

-No te preocupes mon chéri. Me he asegurado de tener todos mis asusntos resueltos por esta semana y solo me molestaran si ocurre algo realmente grave.-explicó con suma tranquilidad mientras volvía a ponerse en camino.

-¿Acaso crees que puedes engañarme?-preguntó volviendose un momento hacía él y enarcando una ceja ante lo oido.

-Te conozco lo suficientemenete bien como para saber que tienes una obsesión compulsiva por la limpieza. No te creas que se me olvido lo que pasó la última vez que vine a visitarte.-explicó volviendo a ponerse derecho y caminar con suma tranquilidad indicandole a la chica que volviese a seguirle.

Tras un largo rato buscando a una de las muchachas la encontró en uno de los pasillos de la casa y le explicó que se quedaba diciendole que le enseñase a la señorita que le acompañaba donde estaban las habitaciones de huesped... después de alabar subelleza y coquetear con ella un poco como buen francés que era.

Arthur Kirkland

Cuando vi al otro desplegar sus habilidades innatas de friltreo, sintió un extraño dolor en el estómago. Entonces se había arrepentido de no haber contratado a aquella anciana en lugar de a esa despampanante londinense. Atravesó la mitad de la casa en un par de segundos, tomándolo nuevamente del brazo y alejándolo de la doncella inglesa tan rápido como pudo.

-De acuerdo, pero si vas a quedarte, ¡nada de coquetear con la servidumbre!- Lo miraba, ¿había algo de tristeza en sus ojos? Como fuera, no tenía remedio. Suspiró pesadamente, para después pasarse una mano por el rostro. -Te quedarás en la habitación principal de huéspedes... puedes hacer lo que quieras mientras no hagas desfiguros... ya casi termino, así que cómportate.

Y tras haber dicho esto, se perdió en dirección a su despacho. Necesitaba meditar un poco su táctica ante aquella situación.

Francis Bonnefoy

Estaba hablando con aquella guapa y simpatica señorita Londinense por lo visto cuando de repente se vió jalado por algo sin identificar y llevado al otro extremo de la casa en un par de segundos.

-Mon dieu... ¿Has pensando alguna vez en competir en los juegos olimpicos mon chéri?-preguntó sorprendido por aquella velocidad. ¿No coquetear con la servidumbre? Era una lastima y más con aquella despampanante señorita que lo saludaba y a la que el tan amablemente devolvia el saludo.

-¿Excuse moi?-giró el rostro de nuevo al oir lo último que habia dicho el inglés.-Yo nunca causo desfigursos. Soy muy cuidadoso con las cosas-terminó de decir mientras se iba al salón.

Se sentó en uno de los sillones y cerró los ojos bostezando. Hacía un par de dias que no trabajaba sin descanso y ahora se lo notaba totalmente.

Arthur Kirkland

Se encerró en el elegante estudio, sentándose en su escritorio y meditando lo que haría. De alguna manera... ¿se sentía feliz? La verdad es que, como frecuente se encargaba de recordarle Francis, él no tenía muchos amigos y casi siempre estaba sólo. Bueno a excepción de Alexander, Tinkerbell y los demás seres mágicos. Pero no podía entablar una conversación seria con ellos sin que los sirvientes lo miraran como si estuviera loco.

Y tener a Francia ahí, extrañamente lo hacía sentir un poco menos solitario. Claro que la mayoría del tiempo se la pasaban peleándose, e insultándose entre sí, pero de una forma inexplicable, aquello hacía que sintiera como si tuviera un amigo.

Sacudió la cabeza, buscando alejar frenéticamente aquellos pensamientos. Francia era la persona que más odiaba, ¿no? ¿Cómo entonces podía estar pensando esas cosas? Debía concentrarse en un plan para no ser abusado las 24 horas durante toda esa semana en la que estaría sometido a las ordenes del sajón.

Francis Bonnefoy

Solo a él se le ocurría no dormir en dos días para terminar el trabajo cuanto antes. Se recostó un poco más en el sillón antes de que un pequeño libro sobre la mesa le llamase la atención. Lo cogió con cuidado abriendolo por la primera pagina dandose cuanta de que era un album de fotos.

Miró las fotos con curiosidad, algunas no eran fotos si no simples dibujos de cuando las camaras aun no existian. Una de Arthur con Alfred... enarcó una ceja cuando encontró una en la que salían los cuatro: Matthieu, Alfred, Arthur... ¿y él?. Se sorprendió que el inglés no hubiese cortado la parte en la que él salía.

Siguió pasando hojas y hasta llegar a una que en caso de haber tenido algo en la boca estaba seguro de que lo habría escupido. Era una imagen de Arthur, él... ¿Y Jeane? De una de sus continuas peleas más bien.

Nunca entendió el odio irracional que le tuvo a la francesa, es cierto que había causado muchas muertes siendo quien era una dirigente de su ejercito pero... Él nunca habia odiado de esa manera a nadie, es más estaba seguro de que ni siquiera Arthur le tenía tanto rencor a sus rey como a Jeane.

Suspiró cansado y dejó el album sobre la mesa abierto por aquella pagina. Cerró los ojos agotado. Quizá debería haber distribuido mejor su tiempo y haber tomado alguna pequeña siesta.

Arthur Kirkland

Decidido y con nuevo plan en mente, salió del despacho.

Sólo tenía que apegarse a ello y todo resultaría bien. Caminó hacia donde minutos antes había dejado al francés y se sorprendió mucho al encontrarlo en esa situación. ¿Por qué Francia se dormía en su sala? Él no sería capaz de hacer eso, además no era de caballeros. Caminó apresuradamente, dispuesto a despertar al otro, pero se detuvo al notar aquel libro sobre la mesa.

Durante la limpieza acostumbrada del día, una de las mucamas había encontrado aquello, y lo dejó sobre la mesa para que el inglés pudiera revisarlo, pero Francia llegó antes de que pudiera comenzar con la tarea. Y al ver ese dibujo, su estómago se contrajo, provocándole un profundo dolor. Tomó el álbum, admirando esa litografía y definiéndola suavemente con sus dedos.

Esa mujer.

En algún tiempo, realmente odiaba a la Doncella de Orleans. Aunque ahora que lo pensaba mejor... ni siquiera recordaba por qué.

Ah... esa mirada.

Claro, nadie hacía que él tuviera esa mirada, más que ella.
Él no miraba a nadie como la miraba a ella, no le sonreía a nadie de la misma manera, no trataba a nadie con el mismo amor. Sólo a esa maldita bruja.

Contuvo su ira y al estar consciente de aquellos pensamientos, sacudió la cabeza como acostumbraba, buscando disiparlos. Aunque detestaba a Jeanne d'Arc, el llanto incontrolable que derramó Francia tras su muerte en la hoguera, era algo que aún seguía acechándolo. Por eso, era que todos los años sin falta, visitaba en secreto la tumba de esa persona, pidiéndole siempre una disculpa, y dejando una rosa blanca en su última morada.

Francis Bonnefoy

Parecía que el sueño no estaba con él aquel dia. A pesar de haber cerrado los ojos no había podido dormirse ni 30 segundos. Abrió uno de sus ojos cuando sintió los pasos de alguien acercarse viendo inmediatamente que era Arthur.

Observó con curiosidad como Arthur delineaba con el dedo aquella imagen. Mostrando en su rostro confusión, para luego pasar a la ira, odio... ¿arrepentimiento? Se rio interiormente de su propio chiste.

Estaba seguro de que Arthur nunca se arrepentiría de aquella decisión. Es más estaba seguro de que el día de su quema habría estado celebrandolo por todo lo alto mientras él había estado llorando como si el mundo se hubiese acabado...

Realmente así fue para él. Había sido como si le arrancasen una parte de él cuando la vio ante sus propios ojos morir quemada como una vulgar bruja. Por eso lucho contra aquellos que la acusaron con todas sus fuerzas demostrando asi al final su inocencia y consiguiendo que obtuviese el puesto que merecía.

Una santa.

Se preguntó si el inglés habría disfrutado viendo las lagrimas que bajaron por su rostro aquel día... Estaba casi seguro que si. Por eso no podía permitirse mostrarle los sentimientos que tenía por él. Sería como darle una arma más al inglés que usar contra él... de todas las que ya tenía...

Su mirada se torno completamente melancolica viajando a un tiempo donde podía confesarle a la persona que amaba sus sentimientos sin miedo a que los pisotearan con crueldad ante sus ojos. Ya que el sabía la crueldad y el veneno que podían llegar a tener las palabras del inglés.

-Ni el paso de los años han sido capaz de borrar el odio que tiene tu mirada siempre que la ves ¿Verdad mon chéri? -susurró fijando su vista en el inglés. Su mirada seguía siendo melancolica, pero esta vez por contemplar aquello que sabe nunca sería suyo.

-Fue como si me arrancaran una parte de mi alma-terminó susurrando mientras su rostro reflejaba el dolor que sintió, no pudo evitar bajar la mirada avergonzado por mostrarse tan debil frente a quien "debería" odiar.

Arthur Kirkland

~~Perdona la tardanza Dx ya no pude contestarlo ayer~~

Escuchó las palabras del francés vagamente entre su melancolía interna. ¿Por qué Francia debía ser siempre tan estúpido? Lo miró unos segundos, con el reflejo de ese peso emocional destellando por sus ojos. Pero enseguida, desvió la mirada, dejando el álbum en el lugar donde lo encontró.

-Yo no me sentí precisamente contento ese 4 de Julio.-Respondió a modo de reproche. Si de cosas dolorosas se iba a hablar, sin duda aquel suceso histórico era uno de los que al inglés más le causaba pena.

La independencia de las 13 colonias.

El tenía la guerra ganada. Alfred aún era muy joven y su ejército aunque fiero y audaz, no era rival para la armada inglesa. Todo iba a ser como antes, reprendería al joven ojiazul y después podrían seguir siendo igual que el día anterior.

Pero entonces, llegó él.

Antes de que pudiera darse cuenta, estaba en el suelo, con sus lágrimas confundidas en la lluvia. Había perdido, y no tenía otra opción más que permitir la independencia de aquella nación. No podía hacerlo. No podía perder lo que más amaba en el mundo.

You were so great...

Volvió a la realidad cuando sintió que un par de lágrimas amenazaban con derramarse por sus ojos. Observó al francés con una ira enorme y apretó los puños para evitar hacer algo inapropiado. Ahora entendía que era lo que lo unía con el "País del amor". Claro, pero qué tonto había sido... era odio.

Francis Bonnefoy

Ah, aquella mirada de odio. Que bien la conocia. Tuvo que morderse la lengua para no reirse ante el comentario del ingles. No porque le hiciese gracia lo mal que lo paso el chico, el mismo vio con sus ojos aquellas lagrimas que tanto le recordaron a las suyas. Una especie de venganza por aquel sufrimiento, un... intercambio equivalente se podria decir. Aunque aun habia algo que tenia que dejarle en claro a ese niño.

-Aun sigues pensando que si yo no hubiese aparecido todo hubiese sido como antes entre vosotros ¿Verdad?-rio con fuerza ante su propia pregunta mientras su rostro se volvia sombrio.

-¿Es que aun no lo entiendes? ¿De verdad piensas que todo hubiese sido igual? ¿Que una vez hubieses ganado volverias a ser la familia unida de antes? No me hagas reir Arthur. Sabes perfectamente que una vez se han implantado las raices de los ideales de libertad son imposibles de arrancar. Y tu deberias saberlo mejor que nadie ¿no te parece? ¿Cuantos años lleva ya Irlanda del Norte reclamando su independencia?-pregunto levantandose de donde estaba y acercandose al ingles para asegurarse de que no le desviaba la mirada.

-Aunque hubieses ganado aquella batalla la guerra nunca hubiese termiando hasta que finalmente habrias acabado cediendo ¿por que? Porque ni una nacion ni otra lo hubiesen podido acabar aguantando, la sangre derramada habria llegado hasta los extremos. ¿Acaso has olvidado tu propia independencia? ¿La de todas nuestras colonias? Puede que un pais pequeño hubiese caido rendido ¿Pero Alfred?.-paro un poco para tomar aire y fijar su vista en el ingles con el rostro completamente serio. Ya estaba harto de tanta tonteria respecto a ese tema, que habriese los ojos de una puñetera vez.

-Vivis cada uno en el otro extremo del mar, y ninguno erais precisamente pequeños. Habria habido tantas muertes que a tus jefes no les habria quedado otra que rendirse. Por propias exigencias de tu pueblo ante tanta violencia. Alfred es tan testarudo o incluso mas que tu, no se habria rendido ante una derrota. Ademas con las armas y medios de aquel tiempo... no se habria derramado tanta sangre como ahora podria hacerse pero si mucha mas que en nuestra querida guerra de los cien años-termino de explicar usando la ironia en la ultima frase. Volvio a sentarse en el sofa aburrido de tanto discurso. No era propio de el hacer ver a los demas sus errores, que los descubriesen solos que ya eran mayorcitos.

Pero Arthur seguia estancado en aquel pensamiento desde hacia 233 años o por ahi y sinceramente ya estaba harto de que se lo echase en cara. El no habia sido el unico culpable. Los jefes de Arthur se la habian buscado con aquellos impuestos sobre las colonias norteamericanas a pulso.

Arthur Kirkland

Aquella letanía le cayó como una balde de agua fría.
Todo ese tiempo, el seguía pensando que si hubiera frenado la independencia, seguramente habría continuado viviendo en esa hermosa familia con la del norteamericano, pero ahora que el francés se había encargado de decirle todo eso... no, no podía ser verdad. Francia sólo estaba diciendo eso para molestarlo. Alfred lo amaba, y de no haber sido por las ideas Ilustradas, jamás hubiera pensado en separarse de él. Malditos franceses libertinos, sabía que debía expulsarlos en cuanto se refugiaron en su casa. Pero pensó darles una oportunidad, Montesquieu, Rousseau y Voltaire no le parecían amenazadores en ese momento, es más, incluso apoyaba sus ideas. El Siglo de las Luces no parecía tan mala idea. Hasta que sufrió las consecuencias.

Pero no había sido su culpa. No era su culpa que sus jefes hubieran aumentado los impuestos, el intentó negociar, no quería que algo así sucediera. Pero Jorge III era demasiado estúpido como para entender razones... y entonces, lo perdió todo. Había sido tan humillante estar en el fango, luchando por una causa perdida. Seguramente Francia se habría burlando de él, riéndose hasta el llanto. Justo como ahora. Claro, ahora estaba satisfecho.

Porque entonces, se trataba de eso. Venganza.

-Quizás y Alfred se hubiera independizado, pero al menos tuve la fuerza suficiente para seguir luchando por mi mismo... y no tuve que dejar mis esperanzas en una loca.-Su sangre hervía con rabia, iba a pagárselas todas.- ¿Qué patética nación deja en manos de una desquiciada mujer, su futuro y libertad? O quizás el loco eras tú. ¿La Doncella de Orleans? Supe que el Vaticano se había vuelto loco al canonizarla... que estupidez.

Sus ojos destilaban veneno, encendidos en una furia verde. Iba a hacerlo pagar por todo.

-Incluso en la hoguera, seguía delirando... ni un solo minuto pudo comportarse como una persona normal. -Se rió ácidamente, lleno de rencor.- Gritó desesperada, suplicándole la salvación a un Diós que la abandonó por su locura. ¿Crees que una psicópata genocida como ella va a terminar en el paraíso? Te equivocas... ella está revolcándose en el infierno, junto a los miles de soldados que asesinó en tu nombre.

Francis Bonnefoy

Su ceño se fue frunciendo cada vez mas mientras escuchaba las palabras del ingles hasta convertirse en ira pura. Se levanto de golpe con los ojos centelleando de la manera en que no lo hacian desde hacia siglos, al igual que la rabia y el dolor se reflejaban en su rostro mientras las lagrimas ante aquel recuerdo eran tratadas de retener.

Golpeo con fuerza la pared que tenia al lado haciendose una herida en la mano por la fuerza del impacto y haciendo de paso un boquete bastante grande en la pared. Apreto la mandibula con fuerza y se fue de la sala dando un portazo.

Sentia la rabia dentro de el como un fuego que se iba extendiendo ¿¡QUIEN COÑO SE CREIA ESE IMBECIL PARA HABLAR ASI DE JEANNE!? El no la conocio como el lo hizo, que no se atreviese a decir semejantes barbaridades contra su Jeanne porque no se las toleraba. Porque habia estado a punto de partirle la cara, no la habia conocido, nunca la vio mas que en el campo de batalla donde alli uno no puede hacer otra cosa que tener fe en que todo saldra bien.

Apreto con fuerza la cruz que tenia colgada sobre el cuello con la mano herida haciando que un hilillo de sangre recorriese aquel simbolo que una vez colgo del cuello de la joven. Se dirigio con paso rapido a la habitacion que le habia indicado Arthur, ya que tenia la sensacion de que iba a ahogarse en cualquier momento.

Se metio en el cuarto de huespedes dejandose caer contra la puerta y respirando agitadamente mientras sentia como las lagrimas de rabia bajaban por su rostro. Golpeo varias veces el suelo con la mano abriendose mas la herida de esta si eso era posible. Desde luego esa herida iba a tardar en cicatrizarle.

Arthur Kirkland

No pudo evitar estremecerse, realmente asustado al ver como el sajón golpeaba la pared, y su rostro automáticamente pasó del miedo a la preocupación al ver la tremenda herida que se había hecho con dicha acción. Pensó en enseguida ir por el botiquín y curarle la lesión, pero algo lo detuvo.

Maldito orgullo.

Se quedó ahí parado, mirando como el francés salía de la habitación hecho una fiera. Entonces comenzó a pensar que quizás y sí se le había ido un poco la mano con las palabras... pero bueno, no es como si el otro rubio le hubiera tenido precisamente compasión al mencionar el asunto de Alfred. Sabía que era algo en especial delicado para el, y que a pesar de tantos años, no lograba superarlo del todo.

Pero era verdad.

Eso era lo que más le había dolido. Sin importar cuánto tratara de negarlo, creando estúpidas excusas en su mente, y culpando a los demás, Francia tenía razón. Ese día fatídico pudo ver en los ojos de ese chico a quién consideraba su tesoro, un deseo que sin importar cuanto se reprimiera, era inquebrantable; el deseo de libertad.

Entonces llegó el remordimiento. Pero Francia era el culpable, ¿no? El comenzó esa discusión. ¿Entonces por qué tenía ganas de ir corriendo a buscarlo? Miró el boquete en la pared, producto de la rabia francesa y suspiró. Fue hacia el baño y tomó un botiquín de emergencias.

Francis Bonnefoy

Se seco las lagrias como pudo usando la mano con la que no se le habia ocurrido la brillante idea de golpear y apretar cosas hasta hacerla sangrar. Miro como la sangre recorria su mano mezclandose con las lagrimas de impotencia que bajaban de su rostro.

Se maldijo mentalmente por mostrarle aquella debilidad al britanico mientras se levantaba del suelo apoyandose sin querer en la mano herida y dibujando una mueca de dolor en su rostro. Camino dando tumbos hacia la cama mientras buscaba algo con lo que vendarse la mano.

Bufo solo al ver las sabanas y las cortinas, no iba a usarlas para vendarse la mano. Aun tenia algo de sentido comun. Se sento sobre la cama sujtandose la mano por la muñeca, tratando de no moverla mucho. Iba a tener que desinfectar la herida...

Suspiro molesto... los arrances de rabia no le sentaban bien, eran dolorosos y no estaba acostumbrado a ellos. No era como Ludwing o Ro que siempre parecian estar enfadados. Soplo un par de veces en la herida tratando de calmar el picor de esta mientras se levantaba de la cama. No queria que el ingles le reclamase por haberle manchado las sabanas de sangre... aunque teniendo en cuenta como habia dejado el suelo de la habitacion al golpearlo...

Arthur Kirkland

Caminó lentamente hacia la habitación de huéspedes, como esperando que algo milagrosamente apareciera y lo detuviera. Pero no fue así. Al llegar ante la puerta comenzó a temblar de forma incontrolable, sin entender por qué demonios se sentía tan nervioso. Quizás era el hecho de que sabía que había herido a Francia. De nuevo.

Eso se estaba volviendo costumbre. Siempre que ambos rubios se encontraban terminaban discutiendo y echándose en cara cuántos errores tuvieron en el pasado, pero afortunadamente siempre había un intermediario que los hacía detenerse antes de que el asunto fuera aún más grave. Pero esta vez, al estar los dos solos, descargaron todo su coraje sin medida, y aquel había sido el resultado.

Tomó valor y abrió la puerta. Lo primero que vieron sus ojos fue el desastre que había en el piso, había sangre por doquier y se le doblaron las rodillas al presenciarlo. Su corazón se aceleró y pensó lo peor. No sabía que la herida era tan mala. Enseguida localizó a Francia con la mirada y una gran angustia se reflejó en todo su rostro. Cuando se cercioró de que la lesión era simplemente escandalosa, suspiró un tanto aliviado y se acercó al francés, tomándole la mano lastimada con cierta brusquedad y le vertió en ella un chorro de alcohol.

-Vas a quedarte quieto y dejarme curarte... ¿entendido? -Ordenó, con un nudo en la garganta. Poco a poco la taquicardia fue calmándose y consiguió tranquilizarse.

Francis Bonnefoy

Maldijo a todos los ancestros de su nacion y de la inglesa al sentir el alcohol de esa forma tan brusca sobre su herida. Se le habian doblado las rodillas por el susto y la sensacion de dolor por lo que tuvo que sentarse de nuevo en la cama.

-Mira que eres bestia-dijo haciendo un puchero con algunas lagrimas aun bajando por su rostro fruto de lo anterior y del alcohol. Se volvio a limpiar las mejillas con el dorso de la otra mano, no le gustaba mostrarse tan debil frente a nadie.

Se quedo quieto como le habia dicho el ingles dejando que le curase la herida... Volvio a mirar de paso el suelo. Viendo todo el estropicio que habia montado. Fruncio el ceño levemente. No se habia dado cuenta de toda la sangre que habia repartido por el piso.

-Si no te importa ¿podrias llamar luego para que me den una fregona...? Creo que debo limpiar eso-dijo en un pequeño susurro mientras agachaba la mirada haciendo que la cruz cayese quedandose a la vista. Al igual que la sangre que aun pendia de ella. Suspiro levemente volviendo a mirar el suelo. Desde luego tenia cojones, llamaba bestia al ingles cuando el era el que se habia dado de ostias contra la pared, la cruz y el suelo... Si es que...

Arthur Kirkland

~~[Lamento no haber contestado hasta ahora, no me pude conectar antes Dx]~~

Suspiró nuevamente. Claro que había hecho lo del alcohol a propósito.

Continuó limpiando la herida, ahora con un poco más de sutileza, pero sin dejar de mirar de reojo al francés. Un destello dorado captó su atención y vislumbró la cruz colgando del cuello de Francia. Entonces fue que sintió algo que nunca pensó experimentar por el sajón: comprensión.

Desde que tenía memoria, Francis llevaba aquello en el cuello, y hasta ese momento fue que comprendió lo que significaba para él. Había perdido a alguien que amaba, y ese era el único recuerdo que tenía de ella. Al menos, él podía llamar a Alfred cada que quisiera, o lo vería en las reuniones de cada mes. Pero él no, ya no tenía nada más que ese colguije para recordar a Jeanne.

Y vino nuevamente la culpa. Detuvo la limpieza de la lesión del otro por unos segundos, ahora más que nada acariciando su mano. Un nuevo nudo invadió su garganta y un estremecimiento le siguió. Era tan idiota como Francia sino podía darse cuenta de esas cosas antes, quizás por eso en aquella ocasión, Isabel le había dicho que aún le faltaba mucho para poder saber lo que significaba el dolor verdadero... la voz del otro rubio lo sacó de sus pensamientos, y no pudo hacer más que mirarlo, un tanto confundido.

-¿Eh? Sí, claro... -Sin darse cuenta en que momento, inclinó su cabeza hacia adelante, de forma que su frente quedara delicadamente sobre la mano herida del mayor. Iba a comenzar a llorar, pero usó toda su fuerza para contenerse. Elevó un poco su rostro, ahora rozando los dedos de Francia con sus labios, sin ser completamente consciente de lo que estaba haciendo.

Francis Bonnefoy

~~[Sorry, yo tampoco pude contestar hasta ahora por ciertos problemillas u.u]~~

Suspiró aliviado cuando notó como Arthur empezaba a limpiarle la herida con algo más de delicadeza. Tenía la cabeza gacha mirando su mano aunque no pudo evitar mirar de reojo al inglés. Las reacciones que su rostro mostraba... ¿Comprensión...? ¿Culpa...? Debía estar soñando... Era imposible que Arthur sintiese culpa, al fin y al cabo el no tenía la culpa de que él fuese un imbécil impulsivo... Aunque al menos había logrado controlarse para no romperle la cara.

Hubiese sido muy estupido por su parte si lo hubiese hecho. No negaba que tenía parte de la culpa por haber dicho aquello. Por lo visto Arthur aun no estaba preparado para asimilar aquello y menos tan de golpe como se lo había soltado. Se había ganado aquellas palabras sacadas de la furia del inglés a pulso... pero aun así no podía evitarle que le dolieran. Arthur no había conocido a Jeanne de la misma forma que él. No podía decir cosas que no sabía sin pensar en las consecuencias.

A veces creía que el y Alfred eran iguales. No se paraban a pensar las cosas antes de decirlas, se dejaban llevar demasiado por la furia cuando la sentían. Suspiro cansado por enesima vez. El sueño estaba apoderandose de su cuerpo otra vez por lo que casi no notó como los labios de Arthur paseaban libremente por sus dedos. Acercó el cuerpo del inglés abrazandole y escondiendo su cara en el cuello de este.

-Lo siento... no debia haber dicho eso.-dijo el francés mientras abrazaba el cuerpo del inglés y se dejaba mecer por los latidos del corazón de Arthur. Estaba tan cansado de discutir siempre... No solo con Arthur si no que con todos. Parecía que ser pais implicaba estar siempre de malas con otro ya fuese tu vecino o el de las antipodas. Y encima solo a él se le ocurria quedarse dos noches en vela para ir a ver al inglés cuanto antes y así poder aprobechar hasta el ultimo minuto de aquella semana con él... Empezaba a pensar que era idiota.

Cualquier otro en su lugar habría pasado del tema o le habría pedido cualquier chorrada... Pero él no, él solo quería estar un poco con Arthur... aunque fuese discutiendo pero sin llegar a esos extremos. Abrazó un poco más el cuerpo del inglés dejando que su aliento chocase contra el cuello de este y cerrando los ojos dejandose llevar por la repentina tranquilidad.

Arthur Kirkland

[No te preocupes, espero que todo esté bien ó o... perdona si me demoro un poco en contestar]

Cuando el mayor se abrazó a él, no pudo evitar sonrojarse un poco, y estremecerse igualmente. Todo rastro de ira en el francés parecía haber desaparecido y eso lo alivió en gran manera, aunque no entendía porque. Cuando colocó su rostro cerca de su cuello soltó un pequeño suspiro y cómo si nada hubiese pasado, apoyó su cabeza en la del otro, cerrando sus ojos.

-Yo también lo siento... dije cosas horribles...-susurró, como respuesta a la disculpa del otro. Francia realmente lucía cansado, no entendía que clase de idiota llevaba una apuesta tan lejos. Se notaba que no había dormido bien y en cualquier momento iba a caer rendido. Al sentir la respiración de Francis impactarse contra la piel de su cuello, sonrió tímidamente.

Con mucha suavidad llevó sus manos al cabello del otro y deshizo su coleta, para después empujarlo sutilmente en la cama. Con las yemas de los dedos se encargó de delinear las facciones del sajón, mirándolo atentamente cómo si fuera una obra de arte sumamente hermosa y delicada. Le dedicó una pequeña y tímida sonrisa, para después acostarse a su lado.

-Descansa... te hace falta.

Francis Bonnefoy

Sonrio con dulzura cuando sintio las manos del britanico deshaciendose de su coleta para luego posarse sobre su pecho para empujarle suavemente sobre la cama. Al menos estaba claro que Arthur se daba cuenta de las cosas y aquella cama era tan mullidita...

Miro hacia el lado en el que se habia tumbado Arthur para luego abrazarle con cuidado y poner la cabeza sobre el pecho del britanico. Dejandose llevar por el sueño que le envolvia poco a poco. Apreto un poco mas el agarre que sus brazos ejercian sobre el cuerpo ajena hasta colocarse de manera que su cara estaba practicamente escondida en el cuello del britanico.

-Dejame estar asi aunque solo sea una vez... por favor.-susurro el frances mientras dejaba que los brazos de Morfeo le acunasen con delicadeza. Desde luego... debia reconocer que hacia mucho que no se sentia... tan bien ¿Y por que no? Por alguna extraña razon... se sentia protegido.

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