Asuntos pendientes (?) [Privado]

Arthur Kirkland

Se dedicó a mimar tiernamente a Francia, conforme éste se iba quedando dormido. Estaba ahí para él, no iba a moverse ni un poco, si tan sólo así pudiera estar a su lado. Cuando por fin se perdió en los sueños, siguió mimándolo, acariciando su cabello y rostro. Sin darse cuenta, a él también le entró el sueño y se le unió al mayor en la tierra de Morfeo.

Tuvo un sueño bastante extraño. Era un niño pequeño, y estaba a la orilla de un río, llorando. Era una nación nueva y pequeña, no sabía nada del mundo y no tenía amigos a excepción del pequeño unicornio. Pero nadie podía verlo, y sólo era un motivo de burlas. Veía su reflejo en el agua y no podía evitar sentir una profunda tristeza.

Claro, eran sus recuerdos.

Siempre había sido "Inglaterra, el sin amigos", cómo incluso ahora seguía llamándolo Francia, y aunque gracias a ello se había convertido en un poderoso imperio, siempre terminaba sintiéndose muy sólo. Siempre en guerras, tolerando el maltrato de sus reyes y las burlas de los demás países. Eso lo hizo ser un niño bastante uraño, pero una vez hubo una mano que se extendió para ayudarlo a levantarse cuando él cayó.

Esa mano era la misma que ahora sostenía sobre aquella cama, de forma inconsciente, mientras seguía durmiendo.

Francis Bonnefoy

[Lamento el retraso pero a mi router le dio por morirse un par de dias =_=...]

Parecia que hasta los sueños estaban en su contra aquel dia. No hizo otra cosa mas que viajar por las guerras del pasado, recordando las victorias, los empates, las derrotas... Las mas dolorosas se juntaron yendo todas seguidas como si quisiesen torturarle. Despertó sobresaltado en vuelto en un calido abrazo que por alguna razon le calmo casi enseguida.

Se levanto un poco viendo que el ingles ya se habia quedado dormido. Se movio un poco y notó algo en la mano mirandola de inmediato. Sus dedos estaban entrelazados con los del inglés. Soniró con dulzura mientras los acariciaba uno por uno. Miró el rostro del britanico acercandose a él, sintiendo el aliento de este chocar contra su cara.

Acercó su rostro al contrario dejando un suave beso en la comisura de los labios de este para luego levantarse de la cama. Tembló de frió un momento, y miró a su alrededor. La ventana de la habitación estaba abierta y habia empezado a llover. Se acercó a ella cerrandola y aun asi el frió de la habitación seguía presente.

Se acercó al armario y sacó una sabana con la que tapo delicadamente al inglés para luego besarle con suavidad en la frente.

-Espero que tus sueños sean mejores que los mios chéri-dijo colocando la sabana de manera que Arthur no pasase frio. Le revolvio el pelo con cariño y salió de la habitación para buscar a una de las sirvientas y que le diesen una fregona. Tras un largo rato de busqueda consiguió encontrar las fregonas sin necesidad de nadie. Aunque estaban en lo alto. Solo al inglés podia ocurrirsele meter las fregonas alli.

Se pusó de puntillas estirando todo su cuerpo para así poder alcanzar la fregona. Ajeno a que los ojos de una despanpanante londinense le estaba mirando el culo sin verguenza alguna bajo la mirada reprobatoria de otra de las sirvientes.

Arthur Kirkland

[No te preocupes ;w; me alegra que estés de vuelta... igual yo ando en el trabajo estos días... de hecho no debería estar aquí, pero tu calladita ewe... *usando el pc de la tienda*]

Sus sueños fueron tornándose un poco más dulces lentamente; eran recuerdos un poco más felices. Él corriendo por toda Europa para escapar de aquellos que querían deshacerse de su nuevo peinado. Sin darse cuenta, Arthur siempre era muy sensible a lo que el francés pudiera decirle, por eso cuando el mayor hizo ese comentario sobre la cabellera, no lo pensó dos veces para imitarlo. Quizás entonces pudiera convertirse en una gran nación y tener amigos. Pero fue engañado, víctima de otra burla más.

A pesar de todo, cuando Francia lo miró con ese extraño cabello, le sonrió de una forma que no denotaba burla alguna, sino una gran ternura. Y después de tantos años, él no olvidaba esa sonrisa.

En medio de sus sueños, sintió como es que tenía aprisionado entre sus dedos iba soltándose lentamente después de dedicarle algunas caricias. Sintió cosquillas en su rostro y tras la sensación de que algo se movía a su lado, abrió los ojos pesadamente, sin saber si el beso y las palabras con ese peculiar aroma habían sido también parte de sus sueños o no. Cuando despertó se encontró envuelto en una sábana y notó que Francia ya no estaba más a su lado. Se incorporó sobre la cama, buscándolo con la mirada, y una extraña angustia lo invadió al no encontrarlo.

Se levantó tan rápido como pudo, saliendo de la habitación y preguntando por él a cuánto sirviente encontraba por su paso, pero al parecer ninguno lo había visto. Siguió caminando por la mansión, un poco más alterado. ¿Y sí había decidido irse?

Entonces escuchó su voz, y la de otra mujer, hablándole seductoramente.

La inglesa usaba todas sus habilidades para cautivar a Francis, mientras que lo miraba por todas partes sin discreción alguna. Cuando la chica notó la presencia de Arthur, y con cierta malicia por ello, rodeó con sus brazos el cuello del mayor de los europeos y lo jaló hacia ella, logrando con ello unir sus labios a los del otro.

Francis Bonnefoy

¡Por todos los santos con que descaro le estaba mirando aquella mujer! Noto enseguida que aquella mujer trataba de seducirle. Pero el se sentia en aquel momento demasiado debil como para prestarle atencion asi que con la fregona en mano trato de decirle amablemente que tenia cosas que hacer. Ademas de que le habia prometido al ingles que no trataria de ligar con la servidumbre.

Trato de todas las formas posibles que la chica le dejase tranquilo, no tenia el horno para bollos en esos momentos. Estaba a punto de decirle algo no muy fino cuando sintio los labios de la chica sobre los suyos, se aparto con rapidez retrocediendo un par de pasos y resbalando con el suelo ya que estaba fregado.

Al caer no pudo evitar apoyar la mano herida sobre el suelo y gimió de dolor. Se sujetó la mano con fuerza mientras algunas lagrimas se asomaban por sus rostro. La chica se ofreció a ayudarle pero enseguida se negó pidiendole que se fuera que tenía asuntos más importantes que atender.

Pero por alguna jodida razón la chica no dejaba de insistir. La mando a la mierda en un no muy educado francés para luego hacerlo en un educado inglés al ver que la chica no se habia enterado y luego se levantó sosteniendo la fregona pasando por su lado y suspirando. En esa casa solo habia una persona que le interesaba y no podia conseguir. Levantó la vista encontrandose cara a cara con...

-Arthur...-susurró mirandole con la fregona en la mano y la otra volviendo a sangrar nuevamente.

Arthur Kirkland

Cuando vio aquel beso, no pudo evitar sentir un extraño dolor dentro de su pecho. Quería ir y golpearlos a ambos, o cuando menos lanzarles una maldición que les hiciera acordarse de él el resto de su vida, más cuando el francés cayó al piso, se alarmó. Pero de nuevo, la inglesa se le adelantó; simplemente chasqueó la lengua, bastante frustrado y se quedó boquiabierto al escuchar las maldiciones de Francia. Cuando trató de redimirse con ese inglés de tan burdo acento, no pudo evitar soltar una pequeña risita.

Cuando se encontraron de nuevo, miró de forma reprobatoria la herida que de nuevo sangraba y suspiró.

-Vamos... te curaré de nuevo.-Al pasar, miró bastante enfadado a la chica, y al reparar en su deslumbrante figura, no pudo evitar sentirse insignificante. Siguió caminando hasta regresar a la cama y tomar nuevamente el botiquín para limpiarle la sangre que había brotado, sin embargo su mente ya no estaba en esa habitación, sino en un sitio mucho más oscuro.

Comprado con esa mujer, él era tan insignificante. Nunca se había considerado atractivo, y la gente normalmente se burlaba de sus enormes cejas. Esa chica tenía curvas por todos lados, un hermoso rostro y todo lo que un hombre podría desear. Estaba tan celoso de ella.

Francis Bonnefoy

No soltó la fregona en todo el camino de regreso. Miró al inglés con curiosidad, ese silencio no era nada propio de él. Recordó entonces la mirada que le había echado a la chica. Como si fuese un escaner... Acaso Arthur ¿Estaba celoso de su figura?

Dejó que le curase la herida con tranquilidad pensando en que poder decirle. Notaba al inglés lejos de allí, en su mundo particular. Cuando hubo terminado de volver a curarsela abrazó al inglés con fuerza atrayendole a su pecho.

-Lo siento. Te juro que fue ella la que se me lanzó. Te habia prometido que no coquetearía con nadie. Y soy un hombre de palabra.-dijo acariciando la espalda del rubio mientras le besaba en la coronillo.

-Y deja de pensar en esas estupideces-explotó señalando al inlés.-No puedes comparar tu cuerpo con el de una mujer, simplemente no es lo mismo.-susurró acariciando su cara.

-¿Te crees que no me doy cuenta como la has mirado? Los celos te corroian de tal modo que hasta se te nota en los ojos. Y sinceramente no me gusta verte asi.-terminó de explicar levantandose de la cama con la fregona en la mano. Fue hacia la puerta y se detuvo antes de abrirla, luego limpiaria esa habitacion antes preferia ocuparse del pasillo.

-Ah... Otra cosa... Si tuviese que elegir entre ella y tú. No se te ocurra dudar ni por un momento que te elegiría a ti-y diciendo eso salió de la habitación con el corazón latiendole a mil ¿Como coño se le ocurría decirle eso? Estaba muerto. Arthur lo iba a matar. Bueno al menos tendria la satisfaccion de morir viendo aquel sonrojo tan adorable del inglés.

Fue hacia el salón y comenzó a limpiar las gotas de sangre que había esparcido por alli.

Arthur Kirkland

Las palabras del mayor lo hicieron salir de su trance y antes de que pudiera si quiera reaccionar ya se encontraba entre los brazos del sajón. Forcejeó un poco en primera instancia, pero al escuchar su explicación, cedió, suspirando pesadamente.

-Ya lo sé, lo ví todo... -cuando sintió los dedos de Francia contra su nuca se tensó un poco, estremeciéndose más al escuchar las palabras que le seguían al gesto.-¿De qué hablas? ¡Yo no estoy comparándome con nadie!

Sin embargo, guardó silencio al notar que el francés había descubierto su nuevo complejo. Se cohibió un poco, pues odiaba que los demás se percataran de su espontánea inseguridad ante alguien que el podía considerar mejor que él, pero esta timidez aumentaba cuando el que lo percibía era Francia. Seguramente iba a burlarse de él, y sería la comidilla por el resto de las reuniones. No se atrevió a mirarlo conforme salía de la habitación.

"Te elegiría a ti."

Al escuchar esas atrevidas frases, un intenso rubor cubrió sus mejillas. ¿Qué tonterías estaba diciendo? ¿Por qué iba a elegirlo a él? Seguro con la edad también se había vuelto ciego. Su corazón se debatía entre las ganas de salir corriendo y golpearlo por haber dicho semejantes cosas y entre la felicidad que sentía por lo mismo. Cuando el francés finalmente hubo abandonado la habitación, tomó una almohada, hundiendo su rostro en ella. Poco a poco fue tranquilizándose, y cuando llegó a un punto estable, se levantó y se miró al espejo.

Su reflejo le devolvió una sonrisa extraña, y le pareció que en ese momento, era más guapo que nunca.

Francis Bonnefoy

Tras un arduo trabajo por fin consiguio terminar de limpiar aquellas malditas gotas de sangre. Volvio a coger la fregona que habia soltado para limpiarse el sudor de la frente y camino de nuevo hacía el cuarto de invitados donde iba a pasar la semana. (Se van a tirar la vida con la semana xD).

Después de esquivar a varias sirvientas, no tenia ganas de que volviese a pasar algo parecido, por fin volvio a llegar al cuarto deteniendose en la puerta. Se preguntó si el inglés ya se habría marchado allí o seguriría dentro esperandole para machacarle. Aun asi tenía que limpiar el cuarto, se sentía culpable por las manchas que habia ocasionado.

Tragó aire y entró dentro viendo a Arthur sentado sobre la cama.

-Ya he terminado de limpiar el pasillo-dijo con una pequeña sonrisa. Tanteando el terreno para asegurarse de que no se convertía en croquetas de francés a la inglesa. Comenzó a limpiar el suelo de la habitación concentrandose en ello y tratando de ignorar un poco a Arthur para que no le mencionase lo de antes.

Solo de recordarlo no podia evitar enrojecerse. Cuando terminó de limpiar dejo la fregona apoyada en la pared y se tumbó en la cama al lado de donde estaba sentado el inglés.

-Ah... esta claro que no estoy acostumbrado a estas cosas-dijo el francés, aunque debían reconocerle que el suelo se habia quedado sin una sola mancha de sangre.

Arthur Kirkland

Cuando Francia regresó a la habitación se apresuró a guardar el espejo. Ya suficientes verguenzas había pasado ante él ese día como que para ahora lo viera admirar su reflejo como una princesa vanidosa. No se atrevía a hablarle, aún seguía ruborizado por lo anterior y cuando el mayor anunció que había concluido su tarea, simplemente asintió tímidamente.

Sintió la cama hundirse a su lado y se tensó simplemente de sentir el calor del francés muy cercano a él. Observó el piso que había limpiado y sonrió, satisfecho. Después de todo podía hacer las cosas cuando se las proponía, si tan sólo usara esa energía para otras cosas... sacudió la cabeza, tenía que despejar esa clase de pensamientos de su cabeza a cualquier costo. Pasaron varios minutos en silencio y cuando finalmente se armó de valor, también se recostó en la cama.

Era un caballero, debía afrontar lo que fuera.

Se volteó, encontrándose cara a cara con Francis y una expresión un tanto embelesada se fijó en su rostro al observar las orbes azules del europeo. Sus labios temblaban nerviosamente y sus manos se apretaban firmemente. Poco a poco fue acercándose al sajón, hasta lograr que ambos cuerpos quedaran con sólo unos pocos de distancia entre ellos. Sentía el aroma perfumado del mayor y eso funcionaba para él como una especie de droga; ese olor era intoxicante y realmente dulce. Sin darse cuenta, sus sentidos estaban siendo nublados por esa esencia.

Francis Bonnefoy

Giró la cabeza encontrandose con que el inglés le miraba de una manera un tanto intensa. Cuando sintió el cuerpo del inglés tan cerca suya una especie de sonrojo cruzó por sus mejillas. No pudo evitar acercarse completamente al britanico para luego abrazarle con cariño y acariciar el cabello de este.

Llevó una de sus manos que rodeaban la cintura del inglés hasta la barbilla de este alzandola para que le mirara. Después la llevo hacia la nuca de este y le beso con cariño y ternura, un beso lento. Como si estuviese tanteando el terreno.

Bajó la mano de la nuca del ingles de nuevo hasta la cintura de este. Dejandose envolver por aquellos labios suaves, por aquel aroma que le llenaba los sentidos y por aquella extraña aura de paz que se había instaurado entre los dos.

Arthur Kirkland

Cuando sintió las manos del francés en su cuerpo, un estremecimiento lo recorrió. Su tacto se sentía bastante bien, así que no impidió que continuara; cuando lo hizo mirarlo, un rubor pobló su rostro nuevamente, dándole una expresión bastante tierna para el duro inglés que siempre procuraba ser. Entonces sintió los labios de Francis sobre los suyos.

No era la primera vez que besaba al sajón, pero en ese momento podía sentir que ese beso era distinto. Estaba cargado de ternura, de sentimientos que nunca antes durante las borracheras o juegos había experimentado; y se sintió poderoso. Podía hacer que el mayor pervertido del mundo se volviera así de tierno.

Y vaya que no besaba mal.

Colocó delicadamente sus manos sobre el pecho del mayor, continuando con ese dulce beso un poco más. Sus mejillas estaban incendiándose, al igual que la mayoría de su cuerpo y un sentimiento de tranquilidad se estaba apoderando de él. No podía recordar la última vez que se había sentido de esa manera, quizás y nunca lo había hecho. Lentamente deslizó sus manos hasta rodear con sus brazos el cuello del mayor y profundizó un poco más el gesto de sus boca. Misteriosamente, sentía que sus labios iban a partirse si los separaba de los del otro europeo.

Francis Bonnefoy

Sonrió en aquel beso al sentir como el inglés lo correspondía y rodeaba su cuello. Empezando a aumentar la presión contra los labios del ingles, sin permitir que se separase de él ni un segundo. Atrajó más el cuerpo contrario hacia él, abrazandole por completo mientras giraba su cuerpo para quedar completamente encima de él. Y colando su lengua en la boca ajena jugando con la lengua de este.

Cuando desgraciadamente tuvo que apartarse por la falta de aire comenzó a dejar pequeños besos por todo el cuello del britanico y a delinear suavemente los costados del ingles con sus manos. Acariciando aquella parte de la anatomia britanica con suma delicadeza.

-Arthur...-susurró contra el cuello contrario mientras hacía varias marcas sobre este y seguía trazando aquel camino de besos humedos. Mordiendo y chupando con suavidad.

Arthur Kirkland

Al separarse de aquel beso, no pudo evitar jadear un poco, buscando recuperar su estabilidad respiratoria. Toda su boca estaba impregnada con el sabor de los labios ajenos, y era realmente delicioso. Sintió como Francia descendía lentamente por su cuello y su rostro nuevamente se encendió en carmesí.

Las manos del francés eran perfectas, lo tocaban de una manera tan especial, que secretamente deseaba nunca se detuvieran. Pequeños gemidos escapaban inconscientemente de sus labios, en reacción a las caricias y besos que estaba recibiendo, así que apretó su boca buscando silenciarlos inútilmente.

Guió sus manos a la espalda contraria y la acarició tímidamente, en un intento desesperado de sentir al mayor un poco más cerca suyo. Todo su cuerpo estaba realmente tensó y no era para menos, pues estaba muriéndose de los nervios. No era como si fuera la primera vez que hicieran esa clase de cosas, pero ciertamente ahora se sentía un poco diferente. El Francia que estaba ahí con él no era el mismo pervertido que se aprovechó de él junto con Rusia durante esa borrachera, sino que se comportaba como un hombre completamente distinto.

Incluso podía pensarlo que lo hacía con amor....

Francis Bonnefoy

Los gemidos del ingles no hacian otra cosa que encender su cuerpo de manera que buscaba la forma de oirlos todo el rato y mas altos. Se posiciono completamente sobre el ingles al sentir como las manos de este trataban de buscar mas contacto. Sintiendo escalofrios por las suaves caricias que estaba sintiendo en la espalda.

Notaba el cuerpo del ingles tenso por lo que trato de relajarlo propinandole mas caricias y besos tratando de relajarle. Queria que aquello fuese especial. No uno mas de sus jueguecitos, aquel dia se sentia bien con el ingles. Sentia que le necesitaba. Tenerle completamente para el.

Volvio a besar los labios britanicos con suma delicadeza, dejandose llenar por aquel nectar, por aquella droga que le resultaba el sabor del ingles. Su pequeño Arthur... Llevo las manos a la camisa de este, empezando a subirla, mientras su cabeza bajaba hasta el vientre del ingles comenzando a besar la piel expuesta a medida que iba subiendo la camisa con una mano. Puesto que la otra se encontraba acariciando la pierna derecha del britanico.

-Arthur...-volvio a susurrar mientras trazaba un camino de besos desde el ombligo del ingles hacia arriba terminando de quitarle aquella molesta prenda a la nacion menor.

Arthur Kirkland

[agh perdona que tarde tanto en contestar Dx el trabajo me tiene perdida de todo! al final no tuve vacaciones esta semana, quizás la que viene... U__u]

Sintió ahora más el peso del mayor sobre su cuerpo, y lo miró con inseguridad. Continuaba recibiendo esos besos y caricias tan dulces, tan suaves que poco a poco logró relajarse. Había un ambiente tan extraño entre ellos dos que no podía comprenderlo del todo, pero sí quería experimentarlo.

Recibió los labios ajenos una vez más, entregándolo todo al francés. Se dejó llevar, sintiendo como la tela de su camisa se arrugaba sobre su pecho y la boca de Francia rozaba su vientre suavemente. No pudo evitar gemir suavemente y estremecerse de igual manera; ambas cosas incrementaron su intensidad cuando sintió la atrevida mano que se afirmaba a su pierna.

-A...ah...-Fue lo único que pudo dar como respuesta cuando el rubio pronunció su nombre a la par que dibujaba un sendero en su abdomen y se deshacía de su camisa. Miró completamente sometido al mayor. No gritaba que quería sentirlo más, simplemente por guardar la compostura de un caballero, pero su cuerpo hablaba por él.

Le temblaban las manos, pero aún así se las arregló para conseguir despojar también al otro de su camisa. Su timidez no era fácil de ocultar, y con ella se acercó al mayor, depositando suaves y tiernos besos sobre su cuello y pecho, hasta que reparó con esa cruz que pendía sobre la tersa piel francesa. Se quedó mirándola unos segundos, y no pudo evitar sentir otra punzada de arrepentimiento.

Francis Bonnefoy

[No te preocupes el trabajo es importante o.ô, además yo también me he tardado lo mío, los estudios, que son un coñazo U.U]

Sonrió de manera leve ante lo que los temblores del cuerpo inglés le transmitían. Se quedo quieto dejando que el inglés le quitase la camisa. Disfrutando como su pequeño cuerpo temblaba del nerviosismo. Acarició con mimo los cabellos del inglés, mordiéndose el labio inferior ante los besos y los mimos que estaba recibiendo por su pecho.

Cuando de repente el inglés paro, no pudo evitar mirarle ¿Quizá se había arrepentido? Cara de arrepentimiento tenía pero… ¿Por qué? Un sentimiento de duda se hizo presente en su mente ¿Y si el inglés se arrepentía de lo que estaban haciendo? Sintió como si un mazazo le cayese en la cabeza ante el pensamiento. Agachó la mirada topándose con lo que estaba mirando Arthur…

Ah… suspiró de puro alivio mientras tomaba la cruz entre sus dedos. Así que era eso lo que miraba Arthur… Se acercó al rostro del inglés, besándole los labios con suavidad. Después de eso se medio levanto quedando sentado y se aparto el pelo del cuello.

-Arthur, ¿Puedes quitarme el colgante, por favor?-pidió el sajón con el pelo en el brazo y esperando la reacción del inglés.

Arthur Kirkland

[Hice algo para ti ;.; sé que no es muy buena, pero espero que te guste:
https://2img.net/h/i635.photobucket.com/albums/uu77/World_is_mine/firmafr.jpg ]

Los dedos de Francia interrumpieron su contacto visual con el crucifijo y al recibir ese cálido beso lo miró tímidamente, un tanto avergonzado de su conducta tan infantil. ¿Se sentía celoso de un colgante? Estaba muy mal si tenía esa clase de culpas y sentimientos al ver un simple accesorio. Observó cómo el mayor se incorporaba un poco y retiraba el cabello de su nuca; cuando le pidió que le retirara dicha reliquia, se quedó boquiabierto.

Francis NUNCA se quitaba la cruz de Jeanne, era su tesoro más valioso, ¿y ahora quería quitárselo? Realmente no podía entenderlo, sin embargo obedeció a su petición y retiró la cadena lentamente, dejándola sobre el buró. Un momento... ¿lo había hecho por él? Se le hizo un nudo en la garganta y tuvo que apretar los ojos para que un par de lágrimas no escaparan por ellos.

En un impulso, se abrazó con fuerza al cuello del otro rubio, temblando ligeramente, de la emoción. Su corazón latía a mil por hora y toda su piel estaba erizada, estaba tan nervioso como ansioso.

-Francia...-Susurró, como para convencerse de que eso era real, de que estaba sucediendo eso y que no era otro de sus estúpidos sueños.

Francis Bonnefoy

Abrió los ojos de par en par, sorprendido por la reacción del inglés. Abrazó la cintura de este atrayendolo un poco más mientras sus dedos se enredaban en el cabello del britanico acariciandolo con suavidad. Le besó la frente con suavidad antes de apoyar la suya propia contra la de Arthur.

-Estoy aqui, mi niño-susurró el francés llevando sus manos a las mejillas de Arthur y acariciandolas con suavidad. Juntó sus labios con los del britanico en apenas un suave roce y luego le abrazó de nuevo apoyando su rostro en el pecho del inglés. Quizá si no hubiese habido tanto rencor entre ellos, tantos siglos de odio... quizá ahora sería capaz de decirle lo que sentía.

Arthur Kirkland

Sintió cada una de las caricias del francés con deleite, disfrutándolas al máximo. No pudo disimular el ahora intenso rubor que cubría sus mejillas, ni la sonrisa que terminaba de decorar su rostro; y sinceramente, no quería hacerlo, se sentía tan feliz en aquel momento que ya no tenía ganas de seguir ocultándolo.

Pero no era lo correcto.

La realidad le cayó como un balde de agua fría. ¿Qué estaba haciendo? Era su enemigo a muerte, su rival más grande desde hacía siglos, ¿qué hacía con él en la cama? Se quedó helado un par de segundos, incluso se había olvidado de respirar. Cuando su mente volvió a conectarse con su cuerpo, alcanzó a escuchar los murmullos del mayor, sintiendo nuevamente la calidez de su piel contra la suya.

-No sé... si esto esté bien.-Finalmente dijo el inglés, temblando ligeramente y sudando frío. No podía olvidar tan fácilmente todo lo que había sucedido en tantos siglos de guerras y disputas, y aunque él lo hiciera, su gente y gobernantes no lo harían.

Francis Bonnefoy

[Siento no haberte respondido antes pero es que he estado de examenes de Septiembre y no he tenido mucho tiempo =___=]

Suspiro pesadamente acariciando los cabellos del ingles y pegandolo completamente a su cuerpo. Aspirando un poco del suave olor que el menor desprendia.

-Arthur... Lo que esta bien para unos puede estar mal para otros. Dime... ¿Es esa tu verdadera opinion o lo que crees que los demas consideraran?-pregunto el frances en un pequeño susurro, algo temeroso de lo que el otro pudiese contestarle. Cosa que por su naturaleza no iba a dejar notar. Simplemente era algo que le superaba.

No queria mostrarse debil ante el ingles. No queria ser mas motivo de las burlas del chico... Era doloroso. Por lo que simplemente se dedico a abrazar el cuerpo del ingles, mimandolo con sus caricias mientras esperaba una respuesta que seguramente le doleria y a la que tendria que responder con acidas palabras ¿Acaso no era asi siempre?

Arthur Kirkland

[No te preocupes ówo me alegra que todo esté bien ;x; aunque andes ocupada]

-No se trata de lo que yo quiera... ¿no te das cuenta? No es tan sencillo cómo eso... -Replicó, con un notable dolor en la voz. Él deseaba estar con Francia, más que cualquier otra cosa, pero el rostro enfurecido de los miembros del parlamento y de su amada reina, simplemente no le permitían hacerlo en paz. ¿Por qué justo él tenía que ser su enemigo a muerte? Era demasiado injusto.

Él silencio del otro lo puso realmente nervioso, por lo que en un brusco movimiento, buscó alejarse del cuerpo del mayor, aunque su corazón le indicara lo contrario. Antes de que pudiera darse cuenta, un par de lágrimas comenzó a bajar por sus mejillas; ya sabía como iba a terminar eso. Él, huyendo; Francia, dejándolo huir. Una discusión, unos cuantos insultos, y de nuevo, todo como antes.

Después de todo, así había sido durante siglos. ¿Por qué tendría que cambiar ahora?

Francis Bonnefoy

Agacho el rostro en cuanto sintio como Arthur se apartaba de su lado. Estaba bien, ahora venia su turno de empezar la discusion ¿no? Siempre era lo mismo. Alzo la mirada mientras abria la boca para decir algo cuando lo que vio le dejo mudo ademas de que hizo que abriera los ojos de par en par. El... habia sujetado la mano de Arthur antes de que este se alejara del todo.

-No... no quiero que te alejes...-las palabras salieron de su boca sin que se diese cuenta haciendole abrir aun mas los ojos. Por la santa Pucelle ¿Que es lo que acababa de hacer? Sintio como el temor le invadia cada fibra de sus ser y cerro los ojos con fuerza.

Preparandose asi para la sarta de insultos y la paliza que el ingles le daria seguramente. Y eso sin olvidar las burlas de las que seria objeto a partir de ese momento. Genial... Bien hecho Francis, acababa de regalarle a Arthur la peor de las armas.

Arthur Kirkland

Se quedó paralizado cuando sintió que algo lo detuvo. En un principio que tal vez su ropa se había atorado con algo, pero al notar la calidez de la piel del francés, se quedó pasmado. No supo que decir o que hacer, y cuando escucho la confesión de Francis tembló ligeramente. Durante un par de segundos no dijo ni hizo nada, incapaz de reaccionar congruentemente a la situación.

Hasta que finalmente, se giró, besando al mayor con toda su fuerza.

Su voz de la razón estaba insultándolo, mientras que el corazón vitoreaba su atrevimiento; decidió mandar mucho al demonio a la primera, y se dejó llevar por lo que sus sentimientos le indicaban. Antes de que pudiera darse cuenta, se encontraba sobre el otro, continuando con aquel beso, que le supo mucho más delicioso que cualquier otra cosa que hubiera probado jamás.

-Y-yo tampoco quiero alejarme de ti...-Dijo, con un hilillo de voz, arrepintiéndose un poco unos segundos después. ¿Y si todo era una trampa? Ahora le había mostrado su lado más vulnerable y era un blanco fácil para cualquier clase de ataque, y que decir de las burlas. Pero justo en ese momento, no estaba mentalmente preparado para defenderse.

Francis Bonnefoy

Abrio los ojos totalmente cuando sintio aquel beso (que no se esperaba) por parte del ingles. Se quedo unos instantes quieto, sin saber muy bien como reaccionar. Sin embargo sintio de repente como si algo le golpease la cabeza diciendole que correspondiese, que a que estaba esperando.

Sintio como volvia a estar recostada sobre la cama, con Arthur encima aun besandole. Volvio a abrir los ojos de par en par al oir la afirmacion del ingles. El asombro le duro poco y fue reemplazado por una pequeña sonrisa.

-Entonces mon amour... no dejare que te alejes.-susurro el frances en el oido del otro mientras rodeaba la cintura del ingles con sus manos colocandolo en una mejor posicion para asi poder abrazalre completamente. Le pego por completo a su pecho subiendo las manos por la espalda del chico, acariciandola mientras robaba de los suaves labios del britanico pequeños besos.

Arthur Kirkland

Sus brazos se deslizaron lentamente hasta abrazarse del cuello del otro, obsequiándole pequeños besos como muestra de su afecto. Temblaba ligeramente al sentir las manos del mayor recorriendo su cuerpo, sin embargo era una sensación realmente placentera, tanto que buscaba más de ella. Cómo pudo, se acercó más hacia el francés, dejando sus cuerpos tan unidos como era posible. El calor comenzaba a aumenta, y eso podía notarse en sus mejillas.

-Tonto...-Alcanzó a susurrar, para luego suspirar delicadamente. La ropa comenzaba a estorbarle, y se movía de forma inquieta entre los brazos del otro rubio. Era la primera vez que se sentía de esa manera, pero por alguna razón no quería que se terminara. Sus caderas adquirieron un sutil movimiento, rozándose así contra el cuerpo del francés, cosa que aumentó el calor de su cuerpo.

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