~Visita inesperada~ [Privado]

a la joven bielorusa ahora le gustaba mucho visitar a otras naciones, había visitado ya la bella playa de Jurmala, en Letonia, La grandiosa casa de Inglaterra, y ahora, iría a visitar a un vecino cercano, Noruega. La chica se tornó dudosa, ya que había escuchado varias cosas sobre el chico, pero no retrocedió, sabía que no tendría miedo, ¡Por favor,ella fue más temible que él! jamás se echaría para atras por tal asunto.

Se acomodó el vestido y se amarró bien su listón de seda, se animó a tocar la puerta de aquella casita blanca tan bonita, le atraía mucho las casas simples y bien decoradas, oyó un par de pasos y esbozó una sonrisa, mientras esperaba al Noruego.

Era un día tranquilo de esos que comúnmente se olvidan al paso del tiempo, Noruega caminaba por los pasillos de la casa poniendo todo en orden como acostumbraba, disfrutando cada momento de la serenidad que abundaba en aquel lugar, antes de escuchar unos golpes proveniente de la puerta principal, le resulto curioso por que si no mal recordaba no esperaba visita ninguna a no ser que fuera de esas molestas visitas sorpresas que de vez en cuando le realizaba Dinamarca que le desagradaban sobra decir, pero no, si fuera el derribaría la puerta y gritaría su nombre en voz alta como suele hacerlo, pero esta ocasión era íntegramente diferente.


Se acerco y miro por el ojo de la puerta, al principio no diferenciaba bien pero a los pocos segundos noto una figura femenina que descifro al instante que se trataba de una de las hermanas de Rusia, la menor que poseía el semblante mas frió, no espero mucho y abrió la puerta sin decir nada esperando que ella dijera el motivo de su inesperada visita.

Se sorprendió tras la brusca abertura de aquella puerta de madera, al ver al noruego, se reverenció rápidamente, mientras éste la miraba con intriga.

-Buenos dias, Noruega-san.- Dijo, mientras dejaba la reverencia y la reemplazaba por una sonrisa.- Vine a visitarlo por mera cortesía, espero no le moleste.- Exclamó, mirando su atuendo.

- Puedo pasar?.- preguntó, mientras sostenía en sus delicadas manos una cesta de frutas, recogidas de su propia cosecha en su jardín.

Hubo un silencio tras la última pregunta, ciertamente le parecía una peculiar escena ya que si no mal tenia entendido aquella chica tenia fama de ser algo violenta por así decirlo, así que no le sorprendería que entre las frutas que se hallaban en el canasto estuviera escondido un cuchillo, pero la buena hospitalidad noruega nunca seria puesta en duda.

-God kveld- respondió sin devolverle la sonrisa antes de abrir la puerta dándole a entender que era bienvenida y caminando de regreso al interior de la casa.

-No es común verla por estos lugares- dijo forzando un poco el tema para no parecer descortés frente a la visita.

- Se lo dije anteriormente, he venido aquí por mera cortesía.- dijo la rubia mientras pasaba adentro de aquella casa tan llamativa.- Ahora..- Se volteó hacia la mirada del ojiazul.- Si le molesta mi visita, será mejor irme.- Concluyó, mientras se sonrojaba y bajaba su mirada.

- Le traje esto.- Decía mientras alzaba nuevamente su mirada hacia el rubio, entregándole el canasto de frutas tejido a mano, al parecer no parecía sospechosa aquella mujer.

Guardo silencio observando a la bielorusa para luego voltearse y fijar la mirada en el canasto que traía entre las manos que parecía ser un regalo el cual acepto sin objeción.

-Gracias- murmuró, mientras lo tomaba adentrándose mas a la casa esperando que ella lo siguiera, era un lindo gesto de su parte debía admitirlo, pero siendo pariente de aquel Ruso no podía bajar la guardia aun así nunca había tenido la oportunidad de hablar con ella y no podía juzgar por meros comentarios que oía de sus compañeros.

-¿quieres algo para beber?- pregunto, intentando ser cordial

Volteó con una sonrisa, "genial, otro que no me juzga" pensó, se fué adentrando poco a poco en esa casita, vió mucho los alrededores pero, sinceramente, era mucho más grande por dentro que por fuera...

- Agua solamente, disculpe las molestias.- Dijo, sentándose en una e las sillas de esa amplia cocina.- Tiene una casa realmente hermosa, Noruega-san.- exclamó, esbozando una sonrisa, esperando que dicha respuesta se mostrara como tal.

Asintió con la cabeza -Gracias- volvió a repetir sin siquiera observarla en tanto buscaba unos aperitivos para su visita, aunque solamente hubiera pedido agua la hora de la merienda estaba cerca y hacia tiempo que no la tomaba con alguien que no fueran sus hadas.

Tomo un par de tazas y platos con dulces que coloco en una pequeña mesa de la cocina, a pesar de que no era la manera correcta de atenderla siendo preferible usar la mesa principal pero tenia que aceptar que esta era mas acogedora. Se giro hacia la Bielorusa notando como un pequeño ser la rodeaba volando alrededor de ella, haciendo que el noruego se preguntase si es que también los veía.

Miró al noruego con cierta intriga, ya que la miraba fijamente, repentinamente sintió que algo.. No... Alguien la rodeaba en el aire, miró hacia todas partes, hasta que levantó la cabeza, encontrandose con la mirada de una pequeña hada de color azul, volando alrededor de su cabeza. Ésta sonrió.

- Hola.- Dijo con una sonrisa, mientras el hada se posaba en su mano.- eres muy linda.- Susurró, lo suficiente audible como para que el rubio oyera aquellas palabras tan dulces, dirijidas hacia la criatura.

Al darse cuenta d que aún el joven noruego la miraba, rápidamente soltó al hada y volteó su cabeza hacia un lado, sonrojada.

Miro curioso la escena, si podía notar la presencia no debía ser alguien cruel como todos decían, quizás lo único que asustaba de ella era su semblante demasiado frió, pero en esta ocasión era todo lo contrario, muy diferente. -Sí, es linda- afirmo, dando a conocer que había visto toda la escena.

-Pasemos a tomar la merienda- le propuso, dejando en la pequeña mesa los demás dulces faltantes mientras se disponía a tomar asiento esperando que la bielorrusa lo siguiera.

Y pesar de todo continuaba teniendo una carente desconfianza.

Se sonrojó ante el comentario, sin embargo, trató de ocultar dicho sonrojo, cosa que fue imposible... Se sentó al lado del rubio, tal y como él le ordenó- ¿Son suyas esas hadas?- Preguntó intrigada más sin dejar de posar en sus labios aquella sonrisa cálida.

Con sólo ver los ojos de aquél chico, se veía su desconfianza hacia la bielorrusa. Se levantó unos momentos para tomar aire, en ese entonces, la joven se había enredado el vestido y cayó al suelo inmediatamente, ésta rió de manera divertida hacia su caída.

-no- respondió secamente -solo vienen de vez en cuando- agrego, en tanto tomaba el hervidor que estaba sobre la mesa y comenzaba a verter agua calienta dentro de las tazas.

Noto la mirada de la rubia sobre si pero la ignoro, no era algo que le molestara en absoluto, hasta que casualmente levanto la vista al sentir que ella se ponía de pie y a los segundo caía.

-¿estas bien?- inquirió, acercándose para ayudarla a levantarse, aunque por su risa podía suponer que si.

La joven seguía propagando aquella risa que la hacía ver tan hermosa, dejó de reirse al cabo de unos segundos.- Si, jaja estoy bi..- su comentario fue interrumpido por una punzada en el tobillo.- E-estoy bien, no se.. p-preocupe por mí ^^-Dijo la chica mientras se sentaba nuevamente en la silla, Ocultando su dolor con una sonrisa. "Maldito sea mi orgullo" Pensó esta.

Observó nuevamente los ojos de aquél noruego, éste la miraba con preocupación, más la joven no se percató de ello.

-¿segura?- volvió a preguntar no estando completamente convencido de ello, pero no pudo hacer mas ya que a los segundos estaba nuevamente sentada frente a la mesa, la imito y tomo asiento en frente de ella mientras disponía a servirse unos dulces.

-su vestido es lindo- la elogio -podría levantarse para verlo mejor- sugirió, ciertamente si la bielorrusa lograba ponerse de pie sin problemas no tendría de que preocuparse, sin embargo estaba casi seguro que estaba herida.

La joven bielorrusa se espantó ante aquél comentario... ¿Como podía hacer eso? no era muy posible fingir una sonrisa mientras un dolor horripilante te cubría, pero.. Debía intentarlo.

-Claro.- Respondió ofreciéndole una sonrisa, mientras fingía otra, al momento de levantarse de su asiento.- Mi hermana mayor me lo hizo.- dijo, tratando de dar una vuelta.

En en momento de la primera pisada para acercarse más al rubio, ésta comenzó a agonizar... En efecto, la chica estaba herida, Una esguince en el tobillo, muy brillante.

-N-No es nada- dijo, en un hilillo de voz- Enserio...-Trató e levantarse. En eso, otra punzada aturdía a la joven bielorrusa, mientras ella seguía agonizando de dolor. Intentó pararse, aunque resbaló debido al dolor del esguince, ella quedó postrada sobre el joven noruego, ésta se sonrojó, sin movimiento o palabra alguna.

Observo curioso los movimientos de la joven, ya que era casi seguro que su talón estaba lastimado, pero ella parecía levantarse a pesar de todo.

Asintió con la cabeza a lo que decía viéndola ponerse de pie con dificultad, y a sus palabras que notoriamente eran fingidas y en su semblante se dibujaba una pequeña mueca de dolor, que lo distrajo y sin darse cuenta estaba junto al cuerpo de la bielorrusa.

Aparto su mirada con un tenue sonrojo que con impedimento se divisaba, quedo un momento en blanco pero enseguida la ayudo a llegar a una silla cercana para que se sentase.
Se arrodillo y miro con detenimiento el talón que visiblemente esta morado. -si no te podías levantar lo hubieras dicho-

Miró con detenimiento al noruego, quien por cierto le ayudaba con su tobillo herido.- No me gusta mucho que se preocupen por mí.- dijo, retomando su semblante frió.- Mucho menos en una casa que no es mía.- Concluyó, levantándose de la silla.

- Si no es molestia, me gustaría conocer más su casa.- Decía con determinación. En su primer paso hacia al frente, sintió dolor, mas no lo pareció. Sin embargo, al dar un paso más, cayó cual ave en cacería.

- ¡E-Estoy bien!- Exclamó, sabiendo que el joven ojiazul iría a su ayuda.- ¡N-No necesito ayuda para una tontería como esta!.- Otro de sus berrinches... Sabía que no podía sola, sin embargo, era bastante orgullosa. Trató de levantarse, más no pudo, una lágrima rozaba la mejilla de la rubia, se la quitó inmediatamente, aunque ya era tarde, pues el noruego ya la había notado.