Aunque la mesera los observó por un momento con un gesto ligeramente contrariado, él le hizo un gesto con la mano para indicarle que estaba bien. Que había que darle al otro todo lo que pidiera para que se fuera a casa con una buena impresión de su nación.
-No demorará mucho.- aclaró, con la voz ligeramente más ronca de lo normal, y luego se reacomodó los anteojos con un par de dedos. Se había sentado frente al americano y ahora tenía los codos apoyados sobre la tabla de la mesa, y sus ojos se quedaron fijos en el rostro del rubio, con aire analìtico, aunque seguramente para el resto del mundo sería casi como si lo estuvieran escuchando gruñir.
-Ah, si... si pudiéramos dedicarnos a nuestros asuntos...- dijo finalmente, arqueando las cejas y entrelazando los dedos de sus manos. -...no haría falta que te retuviera más tiempo del necesario.